De entre las miles de razones de existencia yo te elijo a ti, me pido ser tu dedo meñique cuando se desliza por mi cuerpo, tus pezones cuando me susurran al odio que la destrucción para ti es sólo quererme cuando los que te rodean odian en negativo. Es la necesidad de creer, quiero creer, que no distinguiré tu boca cuando se toque con las mía, que será el instinto de las ascuas que han quedado, de las mentiras que son sólo tuyas. Siempre dices que la experiencia está sobrevalorada, que morimos por experiencias nuevas, por una caricia de aire fresco, por un orgasmo de ron con cola. Y ahora, mientras te deslizas, me dices que lo único que quieres es ser un poco más, que llevas media vida siendo un poco menos, buscas un tú para ser nosotros, buscamos un uno para ser dos.
Y cuando me sonríes de adentro para fuera, como culpable de todas mis derrotas y motivo de todas mis ilusiones, me dices: no hay dos sin tres.
Ahora te aborrezco, los de vuestra especie nacéis igual que morís, tu parto fue difícil y el dolor y el odio quedó prendido de aquella cesaria. Viviste mi mayoría de edad, mi primera relación asexual y mis ataques de bipolaridad, y todo te dio igual. Viste como desde tu mano impía y pura se deslizaba la mía rompiendo la burbuja reluciente, infranqueable, y me precipitaba hacia un suelo lleno de tus miradas, caprichosas e impredecibles, que me decían amor, amor, amor.
Debo confesarte, porque soy sincero y tengo honor, que todos los clavos con los que intenté arrancar el tuyo de mi pecho han hecho el esfuerzo en vano, al igual que los parches, pocos de nicotina, que necesito chutarme dos veces por semana para no verte como algo excepcional, guía de lugares soñados.
Y con esto no digo que dude que vivirte ochenta años no sea la experiencia que más deseo, pero he sabido ser un tipo duro, y ahora puedo decir, "experiencia es lo que obtienes cuando no tienes lo que quieres".
QUEDASTE EN MI RETINA PRONTO Y DURAS EN MI MENTE TARDE.